Hay temas que en las familias no se tocan porque producen dolor, escuecen o es mejor correr un tupido velo para no estigmatizar al resto, quizás esto es lo que ocurrió en la familia de Antonio Berjaga Nieto, un joven orcereño que mientras prestaba el servicio militar fue llamado a filas, combatió en las batallas de Teruel y del Ebro, se declaró una dictadura y por el avance de los nacionales terminó en Francia y de ahí corrió la misma “suerte” que otros 927 españoles que fueron entregados  por el régimen de Vichy a los alemanes, donde pereció en el campo de exterminio de Mauthausen- Gusen.

En la familia los más jóvenes habían odio hablar de un tio-abuelo que murió por rojo, pero  no fue hasta que Sergio Rodríguez Tauste—sobrino-nieto de Berjaga—al entregarle su abuela—hermana de Antonio Berjaga, una moneda de 50 céntimos, de plata de la época, que su hermano le entregó antes de marchar al servicio militar, del que ya nunca volvería.

Moneda e investigaciones que han servido para poner blanco sobre negro y que todo el mundo en el pueblo sepa la verdad acerca de este vecino que murió con 27 años víctima de lo que podríamos denominar una serie de infortunados sucesos, pues no era rojo, solo tuvo la mala suerte de ser llamado a filas y a partir de ahí se desencadenaron una serie de sucesos que hicieron que fuera a dar con sus huesosa Mauthausen y después al subcampo de Gusen, donde murió.

Una historia que llamó la atención de Manuel Martínez Moreno, y que propuso a su sobrino escribir una biografía novelada sobre su tío-abuelo, donde recoger recuerdos de su niñez y juventud, hechos que imagina el autor de “Recuerdos mutilados” compartiría con sus compañeros de trinchera y con los españoles que junto a él estuvieron en los campos de exterminio nazis. Recuerdos de familia y amigos que quizás le sirvieran, quiere pensar Manuel Martínez, para sobrellevar las duras condiciones de vida de los campos de exterminio. 

Una publicación con la que Martínez Moreno quiere rendir homenaje al joven orcereño que murió con tan solo 27 años, y que formó parte del “tren de los 927”, familias enteras y republicanos españoles, no judíos, entregados a los nazis por el régimen de Vichy y que tuvieron la triste desgracia de inaugurar, el 20 de agosto de  1940 los trenes de la muerte con destino a los campos de concentración nazis. Homenaje que hace extensivo a los millones de personas, que por distintas circunstancias—religión, ideas políticas, orientación sexual o enfermedades mentales—perecieron en los campos de exterminio nazis, precisamente el día en que se conmemoraba la liberación por el ejército soviético del campo de exterminio de de Auschwitz-Birkenau—27 de enero de 1945—. 

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